Ese canto neutro que en mi alma callada
es monotonía o es ruido o es nada,
canto de la fuente, en mi alma sonora
a veces sonríe y a veces sonllora.
Fuente que no dices que sí ni que no,
chorro de agua tú, chorro de alma yo,
de mi cantimplora tu voz ya es amiga,
quiero que hoy me cuentes lo que yo te
diga.
Tú sigue manando así, a borbotones.,
calma en mis oídos mi sed de
canciones,
muestra tus momentos de débil
chorrillo
para que intercale algún chascarrillo,
que hay ratos en que uno se quiere
saltar
el raro tormento que inflige un cantar,
te excita, te asusta y te zarandea,
¿hablando de qué? No tengo aún ni
idea.
Tal vez de la luna de agosto en la
playa,
tal vez de unos niños saltando una
valla,
tal vez de la lluvia, tal vez de las
flores,
tal vez de indignados o de
indignadores,
tal vez de la mugre que hay bajo el
altar,
tal vez de un violín y un lobo de mar,
tal vez del expolio del hombre y la
tierra,
tal vez de las ruinas del tiempo y la
guerra,
tal vez de recuerdos de antiguos amores
con sus arrumacos y sus sinsabores,
tal vez de la selva, tal vez del
desierto,
tal vez de campanas que tocan a muerto
y doblan por mí, eso ya lo sé,
incluso triplican con muy mala fe
pero aún sigo el curso del día tras
día
y de los delirios de la anatomía.
Y, en esto, una chica probando que aún
vivo
puso ante mis ojos su rubio atractivo
clara la sonrisa, sagaz la mirada
me tiró tres besos, como enamorada,
y me dijo: prenda, ¿qué haces por
aquí?
Yo le dije: prenda, pues pensar en ti.
Su mano en la mía, por la vieja senda
de los picos pardos, me fui con mi
prenda.
Gracias buen pinar, bosque complaciente
que además das setas y agua de la
fuente.
Javier Krahe
No hay comentarios:
Publicar un comentario