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jueves, enero 28, 2010
Nos sobran los motivos
Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanzas,
con los muebles del amor.
Esta campana muda en el campanario,
esta mitad partida por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tu cadera,
estas ganas de nada, menos de ti,
este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremallera,
ni anillos de presumir.
Esta casita de muñecas de alterne,
este racimo de pétalos de sal,
este huracán sin ojo que lo gobierne,
este jueves, este viernes,
y el miércoles que vendrá.
No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir "con Dios" a los dos
nos sobran los motivos.
Este nido de pájaros disecados,
este perro andaluz sin domesticar,
este trono de príncipe destronado,
esta espina de pescado,
esta ruina de Don Juan.
Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de barbazul,
que poco rato dura la vida eterna,
por el túnel de tus piernas,
entre Córdoba y Maipú.
Esta guitarra cínica y dolorida,
con su terco knock knockin' on heaven's door,
estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas
a pañuelo de estación.
Este Land Rover aparcado en tu dudas,
la rueca de Penélope en Luna Park,
estos dedos que sueñan que te desnudan,
esta caracola viuda
sin la pianola del mar.
Joaquín Sabina
sábado, mayo 09, 2009
Todos menos tú
Nietos de toreros disfrazados de ciclistas,
ediles socialistas, putones verbeneros,
peluqueros de esos que se llaman estilistas,
musculitos, posturitas, cronistas carroñeros,
divorciadas calentonas con pelo a lo madonna,
trotamundos fantasmas, soplones de la pasma,
pintorcillos vanguardistas, genios del diseño,
camellos que te pasan papelinas contra el sueño,
marcadores de paquete en la cola del retrete,
escritores que no escriben, vividores que no viven,
jet de pacotilla, directores que no ruedan,
más chorizos que en revilla con corbatas de seda,
muera la locura, viva el trapicheo,
tontopollas sin cura, estrategas del magreo,
petardeo de terraza, pasarela, escaparate,
archy, joy, stella, ¿cómo vais de chocolate?
tiburones de la noche con teléfono en el coche y con fax,
caballeros en oferta, señoritas que se quieren casar,
caraduras, obsesos, gualtrapas, lameculos,
azafatas de congreso del brazo de sus chulos,
superman en camiseta, y en la pista dando brincos,
la colección de tetas que hacen bulto en telecinco,
mulatonas caribeñas que ponen a la peña de pie,
blancanieves en trippie, amor descafeinado,
cenicienta violando al príncipe encantado,
cicerones de la ruta del mal. mercachifles del vacío total,
especialistas en nada, inventores del tbo,
julietas demacradas que no encuentran a romeo.
Estaban todos menos tú.
Todos menos tú.
Y yo marcando el 369 22 30,
como un idiota para oirte repetir
en el contestador que te has largado de Madrid.
Y una tribu de repatriados de Ibiza,
que dejaron de ser hippies, pero no de ser palizas,
filósofos con caspa, venus oxidadas,
apóstoles del sida, lengua envenenada,
motoristas hitlerianos con guantes en la mano,
guitarristas de loquillo, kubalas de banquillo,
doctores en chorradas, triunfadores con mosca,
yuppies que esta temporada no se comen una rosca,
equilibristas del tedio, un gorila armando gresca en el bar,
vampiros al asedio de sangre fresca para chupar,
paparazzis, reinonas, skins, perdonavidas,
y un notario de Pamplona que viene a la movida,
muertos que no se suicidan, niñatos, viejos verdes,
y un cuñado de una querida del marqués de Villaverde,
pinchadiscos que te dejan k.o.
con la cosa del bacalao,
morenazos de balcón y rayos u.v.a.
futurólogos borrachos como cubas
un tal Pepe que te puede contar,
doce mil de Lepe sin respirar,
naricillas de saldo, tabiques de platino,
y un psicólogo argentino mostrándote el camino.
Estaban todos menos tú.
Todos menos tú.
Y yo marcando el 369 22 30,
sin escuchar lo que me cuentan.
Todos menos tú.
Todos menos tú.
Y yo más triste que un pingüino en un garaje,
como un borrón en el paisaje de la multitud.
De todos menos tú.
Y yo marcando el 369 22 30.
Sin escuchar lo que me cuentan.
Todos menos tú.
Y yo con manchas de carmín en la memoria,
igual que un perro en el entierro de mi juventud,
entre todos menos tú.
Y yo marcando el 369 22 30.
Pasando de lo que me cuentan.
Todos menos tú.
Joaquín Sabina
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