martes, septiembre 30, 2014

Habanera triste




Mi casa era un barco velero
cada vez que madre hacía la colada,
con velas de sábanas blancas
tendidas a los vientos de estas montañas.

Un barco de piedra en el valle,
anclado hace siglos a orillas del Ara,
frente a la isla de la Velilla
y entre las costas de Fiscal y Boltaña.

Quién me iba a decir a mí,
que soñaba con el mar,
que en un maldito pantano, ay ay ay,
mi casa iba a naufragar.

A Jánovas digo adiós,
a La Velilla y Lacort;
adiós, barquitos hundidos, adiós;
mi pobre país, adiós.

Y aunque han pasado muchos años
no podré olvidar nunca aquella mañana
en que descubrí que no sólo en los cuentos
siguen existiendo piratas.

Cuando al abordaje tomaron
el pueblo y tuvimos que marchar de casa,
y al ver las lágrimas de madre
a pique se me fue de golpe la infancia.

Quién me iba a decir a mí,
que soñaba con el mar,
que en un maldito pantano, ay ay ay,
mi casa iba a naufragar.

A Jánovas digo adiós,
a La Velilla y Lacort;
adiós, barquitos hundidos, adiós;
mi pobre país, adiós.

Fuegos fatuos entre las ruinas,
restos de naufragio en una triste playa:
aún hay noches en que navega
por mis pesadillas un buque fantasma.

Y siempre que surca mi alcoba
despierto empapado de sudor y rabia,
pues sé que han venido a anunciarme
que en mi pueblo muerto ha caído otra casa.

Quién me iba a decir a mí,
que soñaba con el mar,
que en un maldito pantano, ay ay ay,
mi casa iba a naufragar.

A Jánovas digo adiós,
a La Velilla y Lacort;
adiós, barquitos hundidos, adiós;
mi pobre pais, adiós.

La Ronda de Boltaña

Guárdate




Guárdate
de los cielos sin ojos ni ventanas,
guárdate
de los mares cubiertos de escafandras,
guárdate
de las voces sin risas ni esperanzas,
de los hombres de mirada vana,
guárdate
de los libros sin lecturas ni palabras,
guárdate
de las viejas historias trituradas.

Guárdate
de las noches que rompen las mañanas,
guárdate
de las manos que mueren en las trampas,
guárdate
de las voces que gritan en la nada,
de los campos heridos por la rabia,
guárdate
de la lluvia que borra las montañas,
guárdate
de la aurora que llaman las campanas.

Guárdate
de las leyes que no perdonan nada,
guárdate
de las risas que azotan las miradas,
guárdate
de las islas que anidan las nostalgias,
de los dedos perdidos en las ramas,
guárdate
de los ángeles blancos como el alba,
guárdate
de las tardes de estrellas y nevadas,
guárdate,
guárdate.

Mª José Hernández

lunes, septiembre 22, 2014

La planta 14




En la planta catorce del pozo minero
de la tarde amarilla tres hombres no volvieron.
Hay sirenas, lamentos, acompasados ayes
a la boca del pozo.

Dos mujeres de luto anhelando dos cuerpos
y una madre que rumia su agonía en silencio,
es el tercero.

A las diez la luna clara
se refleja en las sortijas del patrón recién llegado
con sombrero, gravedad y su aburrido gesto.

Él ha sido el primero, vendrán gobernadores,
alcaldes, ingenieros.
Tratarán de calmar,
la presentida viuda que se muerde el pañuelo,
no sabrán acercarse a la madre que les mira
con los ojos resecos.

A las doce el patrón mirará su reloj,
los otros ya se fueron,
y en un punto y aparte esbozará un fastidio
mientras piensa ¿pero dónde están éstos?

Ha llegado otro relevo de bomberos
y la una menos diez, era la noche,
el primero muerto.

Sentados en el suelo, los mineros
se hacen cruces y reniegan de Dios,
quién diría les pillara de sorpresa la tragedia repetida.
A veces el más bravo se le queda
mirando fijamente al patrón
con dientes apretados.

Y el patrón con sombrero,
tiene dos policías a su lado... ¡no hay cuidado!

Tres horas lentas pasan
y a la luz de las linternas asustadas
el cura con los ojos arrasados
al segundo le va uniendo sobre el pecho las manos.
Y un chaval de quince años
mientras llora impotente se abraza contra un árbol.
Y el chófer del patrón con su gorra de plato
se siente desplazado, es un hombre prudente,
bien domado.

El rocío ha calado hasta los huesos cuando sale el tercero
le recibe con sonrisa gris azul la madrugada
y con voces los mineros
mientras se abrazan todos y uno de ellos,
el mas fiero, por no irse al patrón,
llora en el suelo.

Víctor Manuel

viernes, septiembre 19, 2014

La gallina Turuleca




Yo conozco una vecina,
que ha comprado una gallina,
que parece una sardina enlatada.

Tiene las patas de alambre,
porque pasa mucha hambre,
y la pobre está todita desplumada.

Pone huevos en la sala,
y también la cocina,
pero nunca los pone en el corral.

La gallina, Turuleca,
es un caso singular,
la gallina, Turuleca,
está loca de verdad.

La gallina Turuleca,
ha puesto un huevo,
ha puesto dos,
ha puesto tres.
La gallina Turuleca,
ha puesto cuatro,
ha puesto cinco,
ha puesto seis.
La gallina Turuleca,
ha puesto siete,
ha puesto ocho,
ha puesto nueve.

¿Dónde está esa gallinita?
Déjala, a la pobrecita,
déjala que ponga diez.



Miliki. (Los Payasos de la Tele)

domingo, septiembre 14, 2014

Pégame a mí




Ella fue feliz desde pequeña.
Siempre contenta, pasó a ser mujer.
En ese momento cuando la vida se empeña
en que abandones el nido y eches a correr.

Supo salir sola de los atolladeros
que el destino te pone como prueba vital.
Conoció a David, un pedazo de hombre.
Nadie imaginaba que acabaría mal.

No se puede ir por la vida siendo tan imbécil.
No se puede ir machacando a la gente por ahí.
La maltratas a ella porque sabes que es más débil.
Pues si tantos huevos tienes, ¡pégame a mí!

David era un tipo de lo más sencillo.
El novio que todas querrían tener.
De buena familia incluso un poco pijo.
Trabajador intachable y un amigo fiel.

De esos que van por la calle y saludan
a todo cristo que pasa, un tipo amable y formal.
¿Quién iba a sospechar que tiene una cara oculta?
Que somos doctor Jekyll y mister Hyde.

No se puede ir por la vida siendo tan imbécil.
No se puede ir machacando a la gente por ahí.
La maltratas a ella porque sabes que es más débil.
Pues si tantos huevos tienes, ¡pégame a mí!

LosDelGás y El Drogas (Barricada)

jueves, septiembre 04, 2014

Canto a la libertad




Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.

Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.

Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.

Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

José Antonio Labordeta / Tiempo de espera

José Antonio Labordeta / Tú y yo y los demás

La Ronda de Boltaña

Ángel Petisme

Días de colores




Los días negros quedaron atrás
pero los grises pronto llegarán
y tengo miedo de que…
me dejes sólo en el hielo sin arropar y sienta frío.

Los días verdes quedaron atrás
y los azules están al llegar
y tengo miedo de que…
una marea me inunde sin avisar y sienta frío.

Frío,
y que los pájaros mueran sin ti.
Frío,
las piedras lloren su sangre de tanto
frío.
La gente sea cobarde.
Frío,
y yo me muera sin ti.

Los días rojos se murieron ya
pero los blancos pronto nacerán
y tengo miedo de que…
esta canción no te guste si es para ti y sientas frío.

Los días marrones se esfumaron ya
y los violetas los visitarán
y tengo miedo de que…
olvides la utopía en el portal y sienta frío.

Frío,
y que los pájaros mueran sin ti.
Frío,
las piedras lloren su sangre de tanto
frío.
La gente sea cobarde.
Frío,
y yo me muera sin ti.

Los días rojos se murieron ya
pero los blancos pronto nacerán
y tengo miedo de que…
esta canción no te guste si es para ti y sientas frío

Frío,
y que los pájaros mueran sin ti.
Frío,
las piedras lloren su sangre de tanto
frío.
La gente sea cobarde.
Frío,
y yo me muera sin ti.

Celtas Cortos